02.7.2. Los pecados (en especial)

02. Moral fundamental. 7. Los pecados. 2. En especial.

Es oficio del demonio la sugestión al hombre para caer en pecado. De cualquier forma que nos asalte, siempre y en todo caso podemos superarle con la gracia de Dios. El proceso de la tentación sigue estas pautas:

1º Sugestión.

2º Delectación o complacencia indeliberada.

3º Libre consentimiento de la voluntad.

El modo de vencer la tentación sigue, por otro lado, estas pautas:

1º Antes de la tentación, el alma debe vigilar y orar (Mt. 26: 41) para no dejarse sorprender por el enemigo. Debe huir de las ocasiones de pecado y evitar la ociosidad, que es la madre de todos los vicios.

2º Durante la tentación, ha de resistirla con energía apenas se produzca, cuando todavía es débil y fácil de vencer, ya sea directamente (haciendo lo contrario de lo que la tentación propone) o indirectamente (distrayendo la mente en otra cosa).

3º Después de la tentación, ha de dar humildemente gracias a Dios si salió victoriosa, arrepentirse en el acto si se tuvo la desventura de sucumbir, y aprovechar la lección para futuras ocasiones.

Los vicios o pecados capitales

Son aquellos afectos desordenados que actúan como fuentes de donde dimanan todos los demás. Santo Tomás prefiere llamarlos vicios, porque se trata no de actos aislados sino de hábitos viciosos o malas inclinaciones, que empujan a toda clase de pecados y desórdenes. Según el grado que sean practicados pueden ser pecados veniales o mortales. Desde San Gregorio Magno suelen enumerarse siete: vanagloria, avaricia, lujuria, envidia, gula, ira y acidia. Actualmente los moralistas hablan de soberbia en lugar de vanagloria, y pereza en lugar de acidia. Santo Tomás justifica filosóficamente el número según el siguiente esquema:

a) Desean el bien desordenadamente:

  • Vanagloria, o soberbia: o apetito desordenado a la propia alabanza. Busca la propia fama sin méritos en que apoyarla o sin ordenarla a su verdadero fin, que es la gloria de Dios y el bien del prójimo. De él proceden: la jactancia, el afán de novedades, la hipocresía, la pertinacia, la discordia, las disputas y la desobediencia.
  • Gula: apetito desordenado de comer y beber. De él proceden: la torpeza o estupidez del entendimiento, la desordenada alegría, la locuacidad excesiva, la chabacanería y ordinariez en las palabras y gestos, lujuria e inmundicia, etc.
  • Lujuria: apetito desordenado de los placeres sexuales. De él proceden: la ceguera espiritual, la precipitación, la inconstancia, el amor desordenado de sí mismo, el odio a Dios, el apego a esta vida y horror a la futura.
  • Avaricia: apetito desordenado de los bienes exteriores. De él proceden: la dureza de corazón, la solicitud desordenada de bienes terrenales, la violencia, el engaño, el fraude, el perjurio y la traición.

b) Huyen del bien por el mal adjunto:

  • Acidia, o pereza: tedio o fastidio de las cosas espirituales por el trabajo y molestias que ocasionan. Es somnolencia del ánimo y debilidad de la voluntad, que conduce a la inacción y ociosidad. De él proceden: la malicia, el rencor, la pusilanimidad, la desesperación, la torpeza e indolencia en la guarda de los mandamientos, la divagación de la mente hacia cosas ilícitas.
  • Envidia: tristeza por el bien ajeno en cuanto que rebaja nuestra gloria y excelencia. De él proceden: el odio, la murmuración, la difamación, el gozo en las adversidades del prójimo y la tristeza en su prosperidad.
  • Ira: apetito desordenado de venganza. De él proceden: la indignación, el rencor, el clamor o griterío, la blasfemia, el insulto, la riña, etc.

Pecados que claman al cielo

Son aquellos que envuelven una especial malicia y repugnancia contra el orden social humano:

  • El homicidio voluntario
  • La sodomía
  • La opresión de los pobres, viudas y huérfanos
  • La defraudación en el salario

Pecados contra el Espíritu Santo

El evangelio habla de ciertos pecados contra el Espíritu Santo que no serán perdonados en este mundo ni en el otro (Mt. 12: 31-32 ; Mc. 3: 28-30 ; Lc. 12: 10). Son aquellos que se cometen con refinada malicia y desprecio formal de los dones sobrenaturales que nos retraerían directamente del pecado. No pueden reducirse a un número fijo y determinado, pero los teólogos medievales suelen enumerar los siguientes seis:

  • La desesperación
  • La presunción
  • La impugnación de la verdad conocida
  • La envidia del provecho espiritual del prójimo
  • La obstinación en el pecado
  • La impenitencia deliberada

Notas: a) Imagen del encabezamiento: AlessandroTurchi_DianaAndActaeon (1600) (Fuente: https://artvee.com/). b) Texto elaborado a partir de extractos resumidos de: ROYO MARIN, Antonio. Teología moral para seglares (1964).

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