Lenguaje natural y verdad

El lenguaje es el vehículo por medio del cual hacemos inteligible, tanto para nosotros mismos como para poder transmitirlo a otros, nuestro pensamiento sobre la realidad. El lenguaje que empleamos en cada momento nos faculta o inhabilita estructuralmente para manejar el asunto concreto que queremos tratar. Esto es así porque el lenguaje es la estructura que hace de andamiaje a nuestro pensamiento: es imposible pensar sin emplear lenguaje alguno.

El descubrimiento de la realidad y de las verdades que contiene dependen del entendimiento del lenguaje, en particular de sus aspectos de significado y verificación. En función del armazón del lenguaje que empleamos, nos vemos obligados a sostener nuestras creencias mediante varios tipos de palabras que sólo entendemos parcialmente y cuya veracidad no sabemos cómo comprobar.

Si la educación pretende ayudar a las personas al conocimiento de materias diversas, es importante incluir en ello el estudio del lenguaje y sus virtudes o vicios en función de su correcto uso. Ocurre del mismo modo en las relaciones entre las personas, cuyos conflictos suelen generarse en fallos de comunicación.

Resulta fácil exponer opiniones particulares de cualquier modo, pero no lo es, siendo mucho más productivo, exponer un análisis objetivo o un argumento constructivo. Esto último a menudo resulta más dificultoso, no por emplear meras falacias lógicas, sino por no saber emplear el lenguaje.

Palabras

a) Descriptivas: describen nuestra experiencia (p.e., “árbol”, “robo” o “blanco”)

b) Valorativas: con ellas damos valores a nuestra experiencia o pensamiento (p.e., “grande”, “injusto” o “bonito”).

c) Mágicas: excitan de inmediato algún prejuicio sobre algo (p.e., “divino”, “reaccionario” o “democrático”). Se advierte con facilidad que su uso irresponsable es muy peligroso.

d) Ambigüas: adquieren significados muy diferentes según el contexto (p.e., “bueno”, “pecador” o “normal”).

Ya podemos apreciar la complejidad de la relación entre estos dos significados, puesto que “robo” describe un acto, pero también contiene implícita una valoración del mismo, al referirse a algo como “tomar algo sin derecho a hacerlo”.

También podemos apreciar que una fuente importante de ambigüedad procede de nuestra falta de capacidad para distinguir entre significados valorativos y descriptivos.

En algunos casos la ambigüedad en el uso de algunas palabras es tan grande que ni siguiera son perceptibles, pues no solemos ocuparnos de aclarar qué es lo que describen. En estos casos es recomendable determinar el uso que hacemos de las palabras, preguntar a nosotros mismos o a nuestro interlocutor qué es lo que exactamente intentamos describir o explicar con ellas. A menudo, tras hacer esto, se descubre que en realidad no sabemos de lo que estamos hablando.

Mencionemos algunos ejemplos de todo esto:

1. “Hay mucha gente que es infiel a su esposo/a, por lo que esto es algo normal. Y si es normal está bien”. Tanto emplear “normal” como “natural” tiene un aspecto descriptivo y valorativo, que en este contexto se confunden completamente y por tanto nos lleva a error.

2. “Ese mendigo ha robado pan”. A pesar que el acto puede percibirse como moralmente no punible, al emplear el término “robar” estamos resaltando el carácter valorativo de la acción y por tanto juzgando negativamente el acto.

Obviamente se requiere honestidad intelectual y firme voluntad de no engañar ni tergiversar para entrar en estos problemas del lenguaje. Si no lo que hacemos es emplear el lenguaje como arma de guerra.

Frases

a) Poéticas: cuando el sentido literal de las palabras no es el que realmente se emplea en la frase (por ejemplo, “… y así, del poco dormir y mucho leer se le secó el cerebro de manera que vino a perder el juicio”).

b) Prosaicas: cuando el sentido lógico de la frase viene a corresponder con el significado literal de las palabras (por ejemplo, “abre la puerta”).

No es infrecuente que el significado poético y prosaico se contengan en una misma frase (“Todos los hombres son iguales” o “Todos los hombres son libres”). Estos casos tienen gran peligrosidad, pues la fuerza poética puede opacar el significado prosaico y es fácilmente utilizable cono frase mágica.

Verificación

La búsqueda de verificación en el empleo del lenguaje es una búsqueda de sentido -significado- y una búsqueda de verdad. En orden a alcanzar una respuesta a esta verificación, se puede operar en tres pasos1:

1. Descubrir el sentido de la frase (es decir, que clase de uso tiene o se le da y qué se quiere comunicar”).

2. Llegar a un acuerdo sobre cómo descubrir si es cierta o no es cierta (o sea, sobre la parte que puede aceptarse como una evidencia y la parte que no).

3. Considerar la evidencia y decidir.

  1. WILSON, John. El lenguaje y la búsqueda de la verdad. ↩︎

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