ABC3. Profesiones docentes (1)

Las profesiones docentes son aquellas que se encuentran al servicio de la verdad.

Si pensamos un momento sobre esta frase, se percibe la importancia de esta profesión, importancia que reside en que uno de los derechos fundamentales y naturales del hombre es la búsqueda de verdad. Resuena de forma célebre e indeleble la primera frase que se encuentra en la Metafísica de Aristóteles.

Es una tarea nobilísima: ayudar a encontrar verdad -conocimiento- a los demás. La posesión de éste es condición para poner en juego el ejercicio de la libre voluntad, de poder practicar con sentido nuestra libertad. También resuena de forma célebre e indeleble la frase de Jesús de Nazaret: “La verdad os hará libres”.

Estos profesionales ponen en ejercicio y deber la labor de investigar, para hacer historia de realidades pasadas; de enseñar con la experiencia los bienes a que conduce la verdad y los males que acarrean el error y la ignorancia; inquirir sobre las leyes ocultas tras la naturaleza, para encontrar mayores luces en el ámbito de la ciencia en todo sus campos.

A. FINES

Son tres fines principales e inmediatos a que se ordenan las profesiones docentes: 1º Investigar o descubrir la verdad, 2º Reconocer la verdad, 3º Enseñar a otros la verdad:

1º Investigar

El Creador ha facultado al hombre para conocer y discurrir, imponiéndole el deber de utilizar esta facultad como medio de vivir según su dignidad y propósito. A las criaturas inferiores, provistas con menos rango en estas facultades, provee de leyes inmutables. Al hombre deja libertad de acción, posesión de sí mismo y de sus actos, y también deber de preservar sus dignidades inalienables. Conocer cuáles son éstas y disponer de la herramienta para construir el mundo es el don concedido al hombre.

2º Reconocer la verdad

Por ser la verdad un bien y la ignorancia o el error un mal, compete al hombre que se emplea en el ejercicio de su búsqueda reconocerla y admitirla cuando la encuentra, para transmitirla a sus semejantes y beneficiarlos con ella.

Contra este principio militan la malicia, los intereses egoístas, el afán de lucro, etc. En la práctica común, suele ocurrir que la verdad sólo se confiesa a veces, y que a menudo publicarla implica costes como renunciar a un éxito fácil, que ocurriría si en lugar de declararla pura se tergiversa, disfraza u oculta; como no entregarse al juego de servir intereses ajenos, para quienes la incultura, la mentira, la ignorancia de los demás es el único medio de medrar. Esta malicia, traducida en egoísmo, afán ilegítimo de lucro, que tantas veces corre en contra de la verdad, produce efectos contra la raza humana en su conjunto.

3º Enseñar a otros

Dar a conocer a otros el resultado cierto de conocimiento adquirido es el oficio propio de maestros, profesores o profesiones similares: recogen el conjunto de verdades logradas para hacer a otros beneficiarse de ellas, ponerles en mejores puntos de partida e incrementar así el patrimonio de verdades poseídas por el género humano. Es un derecho que todo hombre tiene a que se le proporcionen los medios que a la verdad conduce por ley de naturaleza. Derecho que para el profesional de la enseñanza implica obligaciones como:

a) Transmitir conocimiento en toda su integridad o pureza, sin concomitancias que lo hagan confundible con la mentira o el error.

b) Guardar la jerarquía debida entre las distintas verdades y conocimientos.

c) Ser comunicada con las garantías necesarias para ser bien asimilada, y que ni ocasionalmente pueda ser dañina al entendimiento.

B. IGNORANCIA Y ERROR

Indirectamente, el profesional tiene que lidiar con la ignorancia y con el error:

1º Ignorancia

Es la carencia de conocimiento, de aquel en concreto o de aquella clase de conocimientos que nos es propio o debido saber. No es ignorante el que no sabe, sino el que no sabe lo que pudiera y debiera saber.

La ignorancia es un mal de la inteligencia porque la priva, en alguna parte, de su propio objeto.

2º Error

Es el juicio equivocado sobre una cosa. Si la ignorancia es una privación o un vacío de verdad, el error es la superposición de una forma contraria a la verdad.

Como la ignorancia, el error es un mal del entendimiento que tenemos obligación de evitar, con gravedad proporcional a la naturaleza de la cosa ignorada o no bien enjuiciada, y a los efectos que en el orden social o en el orden moral individual pueda causar.

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