A2. Moral especial. 1. Los deberes para con Dios. 1. Las virtudes teologales (1): Fe.

En general, se entiende por fe el asentimiento o aceptación de un testimonio por la autoridad del que lo da. Si el que da ese testimonio es un hombre y lo creemos por la confianza que nos merece en cuanto a tal persona, tenemos la fe humana; si el que da ese testimonio es Dios y lo creemos por su autoridad divina, que no puede engañarse ni engañarnos, tenemos la fe divina.
El acto propio de la fe es creer sin necesidad de comprender. La fe no ve nada, se limita a creerlo por la autoridad del que da el testimonio. La fe deja de ser sobrenatural si se viera su intrínseca verdad por la luz natural de la razón. Ni siquiera en la fe humana se da la visitón de su intrínseca verdad, ya que es del todo incompatible con la noción misma de la fe, que se funda, no en la visión, sino en el testimonio ajeno.
El hábito sobrenatural de la fe reside en el entendimiento especulativo. Es doctrina común y completamente cierta en teología, ya que lo propio de la fe es creer, lo cual es, manifiestamente, un acto del entendimiento.
Las propiedades generales de la virtud de la fe son tres:
- Sobrenaturalidad: lo es en toda la extensión de la palabra, tanto por su principio, que es la gracia e inspiración de Dios, como por su objeto material, que son las verdades sobrenaturales que Dios se ha dignado revelar.
- Libertad: no moral, como si el hombre fuera libre de creer o no creer, sino libertad física o psicológica, que procede de la inevidencia intrínseca del objeto de la fe.
- Infalibilidad: esto es evidente, pues si es fe no cabe en ella el más insignificante fallo o error, ya que se apoya en la autoridad misma de Dios, que no puede engañarse ni engañarnos.
Los efectos de la fe son dos:
- El temor: es efecto de la fe porque la fe nos habla de los castigos que se impone al pecador, y en este sentido genera un temor servil. Aunque también contiene el inmenso Bien al que nada se puede equiparar, cuya pérdida es el mayor de los males, por lo que engendra en nosotros el temor filial, lleno de respeto y amor.
- La purificación, que Santo Tomás describe así: “La impureza de cualquier cosa consiste en su mezcla con cosas inferiores o más viles; y así no decimos que la plata es impura por su unión con el oro, que la hace aumentar de valor, sino por su mezcla con el plomo o el estaño, que son de peor condición. Ahora bien: es manifiesto que la criatura racional es más digna que todas las criaturas temporales y corporales; y, por lo mismo, se hace impura cuando se somete por el amor a las cosas temporales. Pero de esta impureza se purifica por un movimiento contrario, o sea, cuando tiende a lo que está sobre sí misma, esto es, a Dios. Y como el primer principio del movimiento hacia Dios es la fe, hay que concluir que es ella el primer principio de la purificación del corazón; y si se trata de la fe informada por la caridad, produce la perfecta purificación del corazón” 1[Suma Teológica, II-II, 4, 8 ad 2].
Necesidad de la fe:
a) La fe habitual, es necesaria a todos los hombres con necesidad de medio, de tal manera que sin ella nadie se puede salvar.
b) La fe actual, o sea, el ejercicio explícito o implícito de la fe, es necesaria con necesidad de medio a todos los hombres adultos con uso de razón.
c) La fe explícita y por necesidad absoluta, o de medio, al menos las dos siguientes verdades: que existe Dios y que es remunerador (o sea, que premia a los buenos y castiga a los malos).
Santo Tomás lo describe: “Del hecho de que todos los hombres tengan que creer explícitamente algunas cosas para salvarse, no se sigue inconveniente alguno si alguien ha vivido en las selvas o entre brutos animales. Porque pertenece a la divina Providencia el proveer a cada uno de las cosas necesarias para la salvación, con tal que no lo impida por su parte. Así, pues, si alguno de tal manera educado, llevado de la razón natural, se conduce de tal modo que practica el bien y huye del mal, hay que tener como cosa certísima que Dios le revelará, por una interna inspiración, las cosas que hay que creer necesariamente o le enviará algún predicador de la fe, como envió a San Pedro a Cornelio”2.
d) No consta con certeza absoluta que sea necesaria con necesidad de medio para la salvación la fe explícita en la encarnación del Verbo y en la trinidad de personas divinas. Pero es la sentencia más probable y es del todo obligatoria en la práctica.
PECADOS CONTRA LA FE. A la fe se oponen:
1. Por exceso:
a) Credulidad: consiste en admitir con demasiada facilidad y sin fundamento suficiente, como pertenecientes a la fe, ciertas verdades y opiniones que están lejos de pertenecer a ella.
b) Superstición: se relaciona con lo anterior.
2. Por defecto:
a) Infidelidad: es la carencia de fe en quien no está bautizado.
b) Apostasía: es el apartamiento o abandono.
c) Herejía: es la situación en la que el hombre elige o selecciona algunas verdades de la fe rechazando las demás.
d) Duda: es evidente.
e) Ignorancia: cuando se descuida por culpable negligencia este deber, comete un pecado muy grave de ignorancia voluntaria, que puede traerle fatales consecuencias en este mundo y en el otro.
f) Omisión: cuando se omite el ejercicio de la fe en casos y circunstancias en los que es obligatorio.
Notas: a) Imagen del encabezamiento: GiovanniGiacomoSemenza (1580–1638)_Bacchus and Arianna (Fuente: https://artvee.com/). b) Texto elaborado a partir de extractos resumidos de: ROYO MARIN, Antonio. Teología moral para seglares (1964).