A2. Moral especial-α. 3. La virtud de la religión. 1. El Decálogo (1).

Desarrollamos sucintamente y en lo fundamental los tres primeros preceptos del Decálogo, enfocados a los deberes para con Dios:
1º mandamiento: Amarás a Dios sobre todas las cosas (según la fórmula catéquica; y en Ex. 20, 2-6).
Las expresiones terrenales de este mandamiento son:
a) La devoción: prontitud de la voluntad para entregarse a las cosas que pertenecen al servicio de Dios1. Siendo la causa extrínseca el propio Dios, la causa intrínseca es la meditación y contemplación de la divina bondad y de los beneficios divinos, que excitan en el alma el amor y la gratitud.
b) La oración: elevación de la mente a Dios para alabarle y pedirle cosas convenientes a la eterna salvación2. No se prohíbe pedir cosas temporales, pero no deben ser el objeto principal de la oración. En general, San Agustín escribió que “es lícito pedir lo que es lícito desear”, por lo que sólo se excluyen de la oración las cosas intrínsecamente malas o inconvenientes. Se ora para pedir condicionalmente, con sumisión a la divina voluntad y en la medida en que lo que se pide sea conveniente.
La oración, revestida de las debidas condiciones, obtiene infaliblemente lo que se pide en virtud de las promesas de Dios (la fidelidad de Dios a sus promesas es absolutamente infalible). Para que la oración tenga eficacia infalible es precisa la existencia de cuatro condiciones3:
- Que pida para sí mismo: la razón es que el prójimo puede no estar convenientemente dispuesto a recibir la gracia que se pida para él, lo que no significa que no pueda alcanzarse nada para el prójimo, sino que no podemos tener seguridad infalible.
- Que pida cosas necesarias para la salvación: sería un aunténtico castigo obtener de Dios alguna cosa que pudiera ser obstáculo a nuestra salvación eterna.
- Que pida piadosamente: es preciso que se haga con humildad (nada podemos exigir ante Dios), con atención (sería irreverente sin ella), con firme confianza y en nombre de nuestro señor Jesucristo.
- Que pida con perseverancia: lo cual se inculca varias veces en el Evangelio.
c) La adoración: acto externo por el que testimoniamos el honor y reverencia que nos merece la excelencia infinita de Dios y nuestra sumisión a Él. Supone dos actos: uno interno, que es el reconocimiento intelectual de la excelencia soberana de Dios y el sometimiento de nuestra voluntad ante Él, y otro externo, que consiste en la manifestación pública o externa de ambas cosas.
d) El sacrificio: la oblación externa de una cosa sensible, con cierta destrucción de la misma, realizada por el sacerdote en honor de Dios para testimoniar su supremo dominio y nuestra completa sujeción a Él. Se confirma como práctica universal del género humano en todas las religiones, lo que no puede explicarse más que por ser una exigencia de la ley natural impresa en el fondo de todos los corazones. En la nueva ley cristiana, el único sacrificio verdadero y legítimo es la santa misma, que perpetúa a través de los siglos el sacrificio del Calvario; y que es infinitamente superior a los sacrificios de la antigua ley cristiana.
e) Las ofrendas u oblaciones: la entrega o donación espontánea de una cosa para el culto divino. Puede ser inmediata, cundo se ofrece algo en honor de Dios para el culto o para el sostenimiento de sus ministros o de los pobres, o mediata, que se ofrece al sacerdote para su propio sustento.
Pecados opuestos al primer mandamiento son:
1. La superstición
a) El culto indebido a Dios
b) La idolatría
c) La adivinación
d) Las vanas observancias
2. La irreligiosidad
a) La tentación de Dios
b) El sacrilegio
c) La simonía
2º mandamiento: No tomarás el nombre de Dios en vano (según la fórmula catéquica; y en Ex. 20,7).
Literal y expresamente prohíbe el perjurio, es decir, poner a Dios por testigo de una falsedad, lo cual tenía grandísima importancia en la vida social antigua, a causa de la fe que tenían en que Dios no dejaría impune a quien se atreviese a jurar en falso. También se puede entender que el precepto impone la obligación positiva de honrar el nombre de Dios por todos los medios a nuestro alcance:
a) La alabanza divina: invocación externa, como manifestación del fervor interno, del santo nombre de Dios en el culto público o privado.
b) El conjuro: invocación del nombre de Dios o alguna cosa sagrada para obligar a otro a ejecutar o abstenerse de alguna cosa.
c) El voto: promesa deliberada y libre hecha a Dios de un bien posible y mejor.
Pecados opuestos al segundo mandamiento:
a) El uso del nombre de Dios en vano
b) La blasfemia
3º mandamiento: Santificarás las fiestas (según la fórmula catéquica; y en Ex. 20, 8-11).
La santificación de las fiestas en general absteniéndose de trabajos corporales y entregándose al culto divino es conveniente y razonable:
a) En el orden individual: i) repara las fuerzas físicas, ii) dispone para reanudar el trabajo con mayor intensidad, iii) proporciona ocasión de cultivar la vida del espíritu, un poco sofocada por el trabajo continuo y absorbente de los días de labor.
b) En el orden familiar: i) reúne a la familia, disgregada durante la semana en diversas actividades, ii) contribuye eficazmente a la educación de los hijos.
c) En el orden social: i) fomenta la amistad entre los hombres, permitiendo honestas recreaciones y esparcimientos, ii) hace posible el culto público y social, iii) estrecha los vínculos al reunir a todos los fieles en un mismo lugar.
Notas: a) Imagen del encabezamiento: HubertRobert_aHermitPrayingInTheRuinsOfaRomanTemple (1760) (Fuente: https://artvee.com/). b) Texto elaborado a partir de extractos resumidos de: ROYO MARIN, Antonio. Teología moral para seglares (1964).