02.3.2. La Ley (2). La Ley natural

02. Moral fundamental. 3. La ley. 2. La ley natural.

Según Santo Tomás, la Ley natural es la participación de la ley eterna en la criatura racional. Puede conocerse con las solas luces de la razón natural, sin necesidad de la fe divina o del magisterio humano. Su existencia se puede mostrar con los siguientes argumentos:

a) La verdad revelada: “En verdad, cuando los gentiles, guiados por la razón natural, sin ley cumplen los preceptos de la Ley, ellos mismos, sin tenerla, son para sí mismos Ley. Y con esto muestran que los preceptos de la Ley están escritos en sus corazones, siendo testigo su conciencia, y las sentencias con que entre sí unos y otros se acusan o se excusan. Así se verá el día en que Dios por Jesucristo, según mi evangelio, juzgará las acciones secretas de los hombres”1.

b) El testimonio de la propia conciencia, que dicta a todos los hombres del mundo, de una manera clarísima e irresistible, que hay que obrar el bien y evitar el mal, que hay acciones buenas por sí y otras malas, aunque no disponga de ninguna ley humana que lo determine. Por eso, cuando se quebrantan estos preceptos clarísimos de la ley natural, el hombre siente remordimiento y vergüenza, mientras que, por el contrario, se llena de tranquilidad y paz cuando los cumple. Esto prueba con toda certeza y claridad la existencia de la ley natural impresa en el fondo de todos los corazones.

c) El consentimiento universal de todos los pueblos. La historia demuestra que todos los pueblos del mundo, incluso los más salvajes, están de acuerdo en ciertos principios universalísimos de moral (por ejemplo, honrar a los padres, no matar, etc.) aunque incurran en otras faltas de moralidad menos claras. Estos principios no obedecen a disposiciones positivas de las autoridades humanas de estos pueblos, alterables a capricho, y además son comunes a todos los pueblos de todas las épocas aunque no hayan tenido contacto alguno entre ellos.

Bajo el ámbito de la ley natural se encuentra todo aquello que es necesario para la conservación del orden natural de las cosas, establecido por el Creador y conocido por la razón natural de los hombres, con independencia de toda ley positiva. Las propieades de esta ley son:

a) Universalidad: obliga a todos los hombres del mundo sin excepción.

b) Inmutabilidad: absolutamente nada puede cambiarse en ella, al menos por sustracción, aunque pueda completarse por adición, obteniendo por deducción nuevas reglas dentro del campo de esta ley.

c) Indispensabilidad: nadie, ni siquiera el mismo Dios, puede propiamente dispensar de la ley natural, ya que es un reflejo de la ley eterna y se funda en la misma naturaleza de las cosas tal como las conoce el entendimiento divino, en el que no cabe error ni contradicción.

Puede ocurrir que dos preceptos de ley natural entren en conflicto: por ejemplo, entre dar a cada uno lo suyo y amar al prójimo. Si cumplir el primer precepto (por ejemplo, devolver un arma a su dueño) implicase peligro para una persona (por ejemplo, que con ella provoque mal a otro o a sí mismo en un momento de ofuscación), el precepto más grave de ellos impera sobre el otro hasta que el conflicto entre ambos desaparezca. De lo que se deduce que existe jerarquía en los preceptos de la misma ley natural.

Es imposible la ignorancia de la ley natural en ningún hombre dotado de simple uso de razón, aunque pueda haber error en su apreciación de qué es lo bueno y qué es lo malo. Pero no puede no saber que lo bueno hay que hacerlo y lo malo hay que evitarlo. No cabe ignorancia en algo tan claro y elemental.

Notas: a) Imagen del encabezamiento: FrancescoAlbani_LandscapeWithVenusAndCupids (Fuente: https://artvee.com/). b) Texto elaborado a partir de extractos resumidos de: ROYO MARIN, Antonio. Teología moral para seglares (1964).

  1. Romanos 2, 14-16. ↩︎

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