02.2.2. Los actos humanos (2). El acto moral

02. Moral fundamental. 2. Los actos humanos. 2. El acto moral.

¿Un acto humano es bueno o malo por su misma naturaleza, es decir, objetiva e intrínsecamente? Son muchos los errores que registra la historia en esta cuestión, aunque en general se pueden reducir al positivismo, humano o divino. El primero atribuye la distinción entre el bien y el mal a la libre disposición de los hombres, y no a la naturaleza misma de las cosas. El segundo lo hace depender enteramente de la libre voluntad de Dios, que hubiera podido disponer las cosas de otra manera (por ejemplo, declarando que la mentira fuera lícita)1.

Pese a esto, se puede concluir que existen ciertas acciones que por su misma naturaleza son intrínsecamente buenas o malas, independientemente de toda voluntad humana o divina. La teología ofrece estos argumentos:

a) El bien implica siempre una razón de conveniencia con la naturaleza de una cosa, y el mal, una disconveniencia. Hay acciones que por sí mismas convienen a la naturaleza racional del hombre, y otras que no. Luego hay acciones que son naturalmente buenas y otras que son naturalmente malas: i) Con relación a Dios, a cada ser le es naturalmente conveniente todo aquello que le lleva a su propio fin natural, que es Él mismo. ii) Con relación a nosotros mismos, la naturaleza del hombre exige que el cuerpo se someta al alma, las potencias inferiores a las superiores. Luego toda acción que se ajuste a este orden racional será naturalmente buena, y toda acción que no se ajuste será naturalmente mala. iii) Con relación al prójimo, el hombre es naturalmente sociable, se prueba por el hecho que no puede bastarse a sí mismo para la satisfacción de todas sus necesidades naturales; por tanto, todo aquello que favorezca a la convivencia humana (honradez, buena fe, etc.) será naturalmente bueno, y todo aquello que no, será naturalmente malo; iiii) Con relación a las cosas exteriores, el uso de estas cosas (alimento, utilidad, etc.) tiene una medida y un límite, y todo aquello que lo exceda (embriaguez, etc.) será naturalmente malo.

b) En la Historia se puede con facilidad apreciar ciertas cosas como buenas o malas. Todos los hombres del mundo perciben por igual como buenas ciertas cosas (honradez, amor, buena fe, etc.) y como malas ciertas otras (robo, engaño, asesinato, etc.). Esta percepción universal, de todas las culturas, razas y épocas no puede explicarse sin otra causa que también sea universal y correspondiente con la naturaleza misma de las cosas, o sea, con el dictamen de la ley natural, impresa en el fondo de todos los corazones.

c) Si la moralidad dependiera únicamente de la libre determinación de los hombres, el legislador podría, por ejemplo, permitir el robo, el fraude o el engaño; a lo que sigue la imposible ordenación de un orden moral universal, ni siquiera la simple convivencia entre los hombres. Una ley humana no podría llamarse injusta o inmoral si no existiera una norma del bien y el mal independiente de la voluntad de los hombres.

d) Ni siquiera la voluntad divina podría alterar el orden de la moralidad que se funda en la naturaleza misma de las cosas, porque, como explica Santo Tomás, la existencia de las cosas se debe a la voluntad divina, que quiso libremente crearlas; pero la naturaleza o esencia de las cosas no depende de la voluntad divina, sino remotamente de la esencia misma de Dios y próximamente del entendimiento divino. EL arquetipo de todas las cosas está en el entendimiento divino, no en la voluntad divina; por eso a cada una de las cosas de concede ser lo que conviene a su propia e intrínseca naturaleza, tal como la concibe el entendimiento divino que debe ser. Así, Dios no podría legislar en contra de lo que la naturaleza misma de las cosas debe ser tal como las ve el entendimiento divino.

Las condiciones para la moralidad natural de los actos humanos son:

a) Para que un acto humano, de suyo no malo, sea moralmente bueno, es preciso que se haga con un fin honesto.

b) Es obligatorio referir todos los actos a Dios, fin último del hombre, al menos de una manera natural u objetiva.

c) No es lícito obrar únicamente por el bien deleitable, o sea, por el placer que se encuentra en la acción sin referirla, al menos implícitamente, a una finalidad honesta.

d) No es lícito proponerse como fin el bien útil, sin referirlo a un bien honesto.

  1. Algunos ejemplos:
    · Todo depende de la ley, costumbre o la opinión del pueblo (Aruelao, Aristipo, Protágoras, Gorgias, Carnéades, Teodoro de Ciro, Saint-Lambert)
    · Proviene del influjo de la edicación (Montaigne)
    · La fuente de moralidad son las leyes del Estado (Hobbes)
    · Lo bueno y lo malo arranca del libre pacto entre los hombres (Rousseau)
    · Es una invención de los hombres superiores (Mendeville)
    · El desarrollo del sentido moral se debe al progreso de la ciencia (Compte, Stuart-Mill, Litré, Taine)
    · El desarrollo del sentido moral se debe a la evolución del instinto animal (Spencer, Haechel, Darwin)
    · Todo depende del influjo social (Durkheim, Lèvy-Brül, etc.), de la psicología de los hombres (W. James) o de las leyes de la historia (Dilthey)
    · La moral se debe a la potencia psíquica de algunos hombres que están por encima del bien y del mal y tienen derecho a imponer su voluntad a los demás (Nietzsche)
    · La moral y el derecho son de origen positivo, a base de las costumbres de los pueblos que van cambiando en el transcurso de los siglos (Savigny, Hugo Paulsen)
    · Es bueno lo que Dios ha dispuesto que lo sea, y malo lo que ha querido prohibir (Occam, Gerson, Descartes, Pufendorf, Osiander, etc.) ↩︎

Notas: a) Imagen del encabezamiento: DavidKlöckerEhrenstrahl_DygdensBelöning (1680) (Fuente: https://artvee.com/). b) Texto elaborado a partir de extractos resumidos de: ROYO MARIN, Antonio. Teología moral para seglares (1964).

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